Banner

Exhibe EXPRESO a alcalde de Guaymas

Deja caer a Guaymas, lo acusa, y de tener molestos a los ciudadanos

  GUAYMAS.- Media ciudad está a oscuras y no solo por la falta de luminarias, sino por las dudas de los ciudadanos que no saben, ni ven donde se han invertido los recursos que el alcalde César Lizárraga Hernández ha recibido durante su administración.

Durante un recorrido por el otrora flamante Puerto de Guaymas es común observar calles en pésimo estado por baches, fugas de agua, falta de pavimentación, de alumbrado y basura acumulada que no dan una buena imagen del municipio ni de su gobernante como para atraer inversiones que reactiven su economía. De la inversión en obras deportivas que destaca Lizárraga Hernández, se limitan a una cancha de frontenis y presuntos arreglos al Gimnasio Municipal por 4 millones de pesos. Respecto a la limpieza que cuesta 2 millones de pesos mensuales a los contribuyentes, sólo la recolección de la empresa Procesos Ambientales (PASA) cumple su tarea, pese al adeudo de entre 12 y 14 millones depesos y una demanda que enfrenta para demostrar que cumple, a un Ayuntamiento empeñado en un juicio que si pierde, costará al Municipio 80 millones de pesos por perjuicios a esa firma.

Además de los 43 y medio millones de pesos que se pagaron por las luminarias, mismas que el ciudadano común afirma que no las ha visto, la Comuna deberá cubrir 14 millones de pesos más al término del trienio, por un arrendamiento financiero que obliga a comprarlas.

Así que Guaymas, con sus 500 millones de pesos de presupuesto anual, difícilmente podrá responder por éstos y otros problemas que existen por falta de pago a proveedores, sobre todo, porque el alcalde lejos de acercarse a la gente y corregir errores, quiere irse para ser diputado local.

Mala herencia le deja a quienes confiaron en él en 2009.

Recibe ayuda

GUAYMAS.- El apoyo estatal ha salvado a este puerto del hundimiento total al realizar obras diversas de agua potable, drenaje, promoción económica, fomento al turismo y tareas afines a la generación de empleo.

De ellas se vale el Ayuntamiento que preside César Lizárraga Hernández para decir que el Municipio avanza y que con el PAN “ahora las cosas se hacen diferentes”.

Pero aún así el Ayuntamiento enfrenta problemas mil, incluso la desconfi anza ciudadana hacia sus funcionarios, por la posible falta de capacidad sumada a probables actos de corrupción.

Un puerto sucio y alejado de sus autoridades es el legado del alcalde César Lizárraga Hernández

GUAYMAS.- Cuando un grupo de lucha social se apostó en Palacio y colocó cartulinas y mantas lamentando el divorcio de la autoridad municipal y sus representados, dio pie a la expresión ciudadana: el alcalde ya no está con los guaymenses.

Pero aunque no esté, sus resultados como tal son los que la historia consignará y a juicio de muchos guaymenses, César Lizárraga Hernández se encamina hacia uno de los peores fracasos de un Ayuntamiento, lo cual pagará muy caro la ciudad, el Municipio entero.

Finalmente, al grupo de protestantes se le hicieron concesiones y le prometieron obras –que la autoridad está obligado a realizar sin necesidad de plantones– y se retiró de Palacio, pero el resto de los guaymenses se preguntan: ¿Y nosotros?

Es el caso de Luis Sánchez Valenzuela, de calle 15 y avenida 5, quien esperaba ver las obras de pavimentación por décadas solicitadas en su calle; ahora está enojado, lo confiesa, pues no terminaron y dejaron las sucias rejas metálicas que en algún tiempo serían “bocatormentas” para retener tierra y recogerla después.

“Nunca las han recogido, los señores que pavimentaron no terminaron y dejaron ‘los fierros éstos’; dijeron que son cosa de la CEA (Comisión Estatal del Agua), pero el caso es que así dejaron la calle, con hoyos y baches”.

“¿La reja? Bueno, es fierro y los chatarreros lo compran bien, mira, ya se llevaron un pedazo”, resume el señor Valenzuela, un taxista retirado que como muchas veces, ahora espera que el cambio de gobierno le favorezca pues “con éste no nos ha ido bien”.

Cerca de allí, en una calle que tuvo pavimento alguna vez, Fernando Tirado Landa se chupa los dientes. Se capta su ánimo. Acepta decir lo que le pasa y no es ajeno a lo anterior: desde que comenzó la administración pide que le arreglen el pavimento, pero como no le hacen caso, fue y dijo que al menos lo levanten y le raspen la calle.

“¿Los resultados? ¡uf! Mira yo ya me di, me conformo porque después de un año vinieron y me cambiaron el foco de la lámpara”, y luego se pregunta: “¿Y los 45 millones que gastaron en luminarias, pues?”.

“Peor: cada vez que vas a (la oficina de) Atención Ciudadana, siempre hay gente distinta y tienes que volver a comenzar… es una burla de plano”, acusa, y muestra dos de los “folios” de muchos que le han dado en el lugar y nadie reconoce, “menos nos cumplen”, figurando quejas de árboles caídos, acumulación de tierra por lluvias, calles en mal estado y a oscuras, etc., y ni siquiera es la periferia, donde “todo está peor”.

Panteón olvidado

  Llegar al viejo Panteón Civil de San Fernando es saltar baches y fugas de agua en cuyo frente está el clímax de las fallas viales. Por fuera, la plazoleta donde la gente descansaba y esperaba el camión,

EXPRESIONES:

No terminaron el pavimento y dejaron las rejas incompletas, pues los “cholos” ya se robaron una parte.

La perrera ya no existe, así que el riesgo que generan los canes en la calle crece.

¿Quejas? Las que guste. Y nadie nos hace caso, dice don Fernando Tirando Landa.

¿Esto es una calle? Pareciera que no, pero es la calle 30 y antes permitía llegar al Centro de las Artes. Ya no.

La plazoleta del Panteón ya ni bancas tiene. Se perdieron. La maleza crece. Por dentro, las tumbas no alcanzan a verse. El descuido es claro.

“Nosotros tenemos que limpiar, pero ni herramienta tenemos y no nos mandan”, dice José (el nombre ha sido cambiado, pues afirma que “se me arranca con el jefe, ya ves como es esto”). Ya la han pedido “diez veces y nada”, mientras los cinco trabajadores están sentados a la espera de… nada.

A espaldas del camposanto, el arroyo de San Vicente, estancado, lleno de maleza, es un atentado contra la salud por la cantidad de mosco que lo habita, lo cual da al traste con la promoción contra el dengue que día a día hace el sector Salud.

Al fondo, veleros y yates en marina seca frente a la bahía dirían que es una zona turística y por lo tanto, embellecida con obras. Limpia al menos. Falso. José Galaviz, trabajador de una empresa trasnacional, uniformado impecablemente, barre la acera y dice que hace “unos días” estuvo cerca gente del Ayuntamiento, “que iban a limpiar, desmontar aquello y pintar guarniciones, pero se fueron y ya no volvieron”.

 “¿Así cómo van a tener éxito estas empresas?”, se preguntan promotores del cuidado del Centro Histórico como Mauro Barrón y Alfonso Uribe, quienes al tocar el tema, lamentaron que no solo en eso hay descuido, pues “la cultura está en el tobogán”.

Lamentan la clausura del museo “Marcos Russek”, donde había numerosas piezas de la historia y la cultura regional, pero el abandono, la falta de servicios y el nulo apoyo a este sector, acusan, obligó al cierre.

La cultura, según ambos, ha sido un sector en el que la autoridad municipal no tiene el menor interés, según se aprecia.

Quizá la mejor confirmación sea el Centro de las Artes, que tiene años en medio de basura y escombro, pese a peticiones constantes de apoyo por parte de sus promotores, principalmente el religioso fray Ivo Tonek, un filántropo que hace mucho por la cultura y las artes, pero no puede hacer nada por limpiar y raspar la calle donde agua encharcada, basura y registros abiertos la vuelven insalvable.

‘No han hecho nada’

En la falda del tradicional Cerro “Cabezón”, doña Graciela González solo mueve la cabeza y dice que “éstos de ahora no han hecho nada”; recuerda que “con Sara Valle nos hicieron el pavimento y con el doctor Pascual la pila”.

Ante la insistencia, más seria, dice: “No han hecho nada”.

Bertha de Cortés, escoba en mano, lo confirma, cuando deja limpia su pulcra banqueta pero sabe que eso será por minutos, pues la sucia calle, el polvo de los autos y la maleza que en casi toda su cuadra crece sin control, pronto la ensuciarán también.

“Ay, sí, nos urge el pavimento, que limpien las ramas; nos tienen olvidados de plano”, lamenta. Sobre reportes a la autoridad, afirma que “cada rato se hacen”. Y explica que “a veces vienen, preguntan, dicen que lo van a reportar y ya no vuelven”.

Basura de más

  No es distinto a lo que plantea Juan Ramón Cota Parra, de Las Golondrinas, al ver contenedores de una empresa privada, saturados, con la basura desbordada y los perros esparciéndola.

“No te digo que PASA deje tirado su trabajo, lo que quiero explicarte, es que hay dos contenedores, pero la gente de todos los negocios de alrededor vienen y arrojan la basura, así que no alcanzan”, y pide que la autoridad ponga más contenedores hacia adentro de la colonia.

CORRUPCION?

En el deporte, ve obras detenidas; la cultura, retrocede; la obra pública se centra en pavimentos que se ha denunciado, son caros, de mala calidad y se ha pedido investigar a sus constructores, al parecer empresas monopolistas de obras, y la comunidad espera saber si tienen algo que ver con los funcionarios y familiares.

En varios sectores se quejan de falta de alumbrado público; la colonia Adolfo de la Huerta pide que se corrija la falta de luz en el acceso sur; los baches ahogan al sector Guaymas Norte.

Pero como se ha sugerido, el alcalde ha dejado de lado esa responsabilidad para trabajar de lleno en una presunta candidatura a diputado local, lo que agrava el sentir de los guaymenses.

Ese será, el atraso y la desesperanza, el legado del Ayuntamiento que ganó en 2009 César Lizárraga Hernández.