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Trump y el peligro que representa

SAN CARLOS, Son.- Donald Trump es un bufón ridículo y descerebrado, admitido. Pero es un bufón extremadamente peligroso, para la inmigración no autorizada en los Estados Unidos, para los propios estadounidenses, para la política exterior del vecino país de norte y en lo específico, para México y los mexicanos. Quizás la sociedad mexicana no advierte aún la peligrosidad del fulano ese del peculiar peinado que despotrica a diestra y siniestra contra la mexicanada, contra las mujeres, contra Obama, contra John McCain, contra el resto de los aspirantes del Partido Republicano a la presidencia de la república, etc. Lo que quizás se pasa por alto hasta el momento es el efecto que está teniendo dicha prédica radical, nativista y xenófoba de un exponente del más puro republicanismo cerril de la extrema derecha, en la contienda presidencial de la Unión Americana, prédica que desnuda a ese amplio sector de la sociedad de la vecina nación, white, anglosaxon y protestant, un sector que tan bien describe Samuel Huntington en su obra seminal “Who we are”. Más claro, y esto hay que decirlo: En Estados Unidos no ha desaparecido esa ancha franja racista y extremista que cree a pie juntillas en el excepcionalismo gringo y en el peligro que representa para la ”identidad nacional” la…”asimilación masiva de inmigrantes latinos que originan problemas de bilingüismo, multiculturalismo, la devaluación de la ciudadanía y la desnacionalización de las élites norteamericanas”, para citar al ya mencionado Huntington, apóstol del nativismo. Para esa gente somos the threat du jour, la amenaza del día. Y en esas aguas navega Trump. El referido personaje acaba de puntualizar su programa para enfrentar a la inmigración “ilegal”. Dicho programa se centra, para variar, en el enforcement, el ”enforzamiento”, dicen los pochos, a saber: 1) un muro a lo largo de la frontera que pagará nuestro gobierno, caso contrario Trump promete elevar los costos de las visas mexicanas y retener las remesas que mandan los migrantes nuestros a sus familias en México, 2) la deportación de las familias que viven irregularmente en la vecina nación, 3) aumentar al triple el número de agentes de las corporaciones paramilitares a lo largo de la línea divisoria. El buen Donaldo quiere también modificar la constitución de los Estados Unidos para negar la ciudadanía estadounidense a los hijos de indocumentados nacidos en territorio norteamericano, derecho que consagra la enmienda 14 de la Carta Magna de aquel lado. El real problema con toda esta radicalización, muy similar a la llevada a cabo en la Alemania de los años treintas cuando los nazis hacían responsables a los judíos de todo lo malo que pasaba, reside en el hecho de que empuja al resto de los candidatos republicanos a la primera magistratura gringa a competir por ser los más extremistas para asegurar la nominación, porque las encuestas tienen a Trump en un distante primer lugar. Y es así como por ejemplo Rick Sartorum acusó el pasado miércoles al gobierno mexicano de no hacer “prácticamente nada” para frenar el flujo de indocumentados a E.U., y amenazó con represalias si Peña Nieto no empieza a “cooperar de verdad”. Sartorum, un ex Senador por Pennsylvania, dijo que propondría suspender la emisión de tarjetas de cruce fronterizo –tipo visa láser- “como un primer paso para lograr la cooperación mexicana”. Ben Carson, el único aspirante afroamericano a la presidencia, acaba de pronunciarse en Phoenix por permitir ataques militares con drones en el lado estadounidense de la frontera, “para protegerla”. En Boston se produjo la semana pasada una infame agresión contra un indigente mexicano por parte de un par de hermanos, los que justificaron sus ataques en las prédicas del boquiflojo de Trump, el cual, no se le olvide, marcha a la cabeza de todos los aspirantes a la presidencia estadounidense. Bufón ridículo y descerebrado, sí. Peligroso en extremo, también.

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